Su nombre original era Jesús Arriaga. Se convirtió en astuto bandido e inmejorable estafador al no encontrar otro camino para vengarse de un millonario que lo mandó al presidio. Se había evadido del penal de San Juan de Ulúa en el año de 1885. El penal estaba en el islote del mismo nombre, frente a la ciudad y Puerto de Veracruz.
Se asegura que su cautiverio se debió a la venganza de Don Diego de Frizac, un millonario tío de una agraciada joven noble que se enamoró de Jesús, quien era en ese entonces un pobre y honrado carpintero. Matilde de Frizac y él procrearon una hermosa niña a quien pusieron por nombre María de los Dolores, Lolita.
Al descubrirse el hecho Jesús fue humillado y amenazado por los parientes de la muchacha, y finalmente rechazado por ésta, por temor a su tío. Entonces Chucho decidió robarse a su hija, y este fue el motivo para encarcelarlo, primero en la penitenciaria de la Ciudad de México (cárcel llamada Los Arcos de Belem), de donde fue trasladado a San Juan de Ulúa, aun a pesar de haber devuelto a la criatura.
Las estafas de Jesús Arriaga llegaron a ser famosas y a sorprender a mexicanos y extranjeros, por ser un astuto e inteligente ladrón quien, sin embargo, usaba la mayor parte de lo robado para socorrer a los necesitados. Las autoridades del Porfiriato nunca pudieron aprehenderlos a él y a su banda, a pesar de realizar sus atracos en la Ciudad de México.
Era conocido con el sobrenombre de Chucho el Roto porque para llevar a cabo sus estafas acostumbraba vestir con suma elegancia, al estilo de los adinerados de esos tiempos, en pleno Porfiriato, los llamados rotos (elegantes). A lo largo de casi diez años y en compañía de sus secuaces, apodados La Changa, Juan Palomo y Lebrija, robó y estafó, pero asimismo luchó en favor de los desposeídos, convirtiéndose en uno de los ídolos más queridos del pueblo, ya que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
Años después fue apresado en las cumbres de Maltrata, Veracruz, en el que se supone fue su último atraco. Se asegura fue conducido nuevamente al penal de San Juan de Ulúa, mismo de donde había escapado nueve años atrás, introduciéndose en una cuba (barril que hacía las veces de un sanitario). Se comenta que cuando nuevamente intentó escapar, fue traicionado por un compañero de celda apodado Bruno.
Herido de bala fue recapturado, y al pasar por la plaza principal de la fortaleza, el coronel Federico Hinojosa, director del penal ordenó:
—¡Que le den doscientos latigazos a ese desgraciado!
Con mucho orgullo, Chucho el Roto contestó:
—No puede ser desgraciado el que roba para aliviar el infortunio de los desventurados.
El director dijo:
—¡Denle trescientos!
Entonces fue trasladado a una celda de castigo conocida como El Limbo en el mismo penal de San Juan de Ulúa, en donde un verdugo apodado El Boa, cumplió la orden. Para ello, se dice, el verdugo recibió previamente mil doscientos pesos de manos de Matilde de Frizac, la madre de Lolita, con el fin de evitar que Jesús muriera en el acto, pues el verdugo sabía cómo golpear. De El Limbo lo llevaron a la enfermería del hospital más antiguo de Veracruz, el Marqués de Montes, donde oficialmente murió el 25 de marzo de 1894, a los treinta y seis años de edad.
El cuerpo fue recibido por Matilde de Frizac, Lupe, hermana de Jesús, y Lolita, su hija. El féretro fue custodiado por guardias contratados por Matilde y trasladado por ferrocarril a la Ciudad de México para que se le diera cristiana sepultura. Las tres mujeres, acompañadas por un marqués austriaco, de nombre desconocido y prometido de Matilde de Frizac, abordaron un barco de vapor que las llevaría a Europa.
En cuanto a los restos de Jesús Arriaga, cuentan que cuando abrieron el féretro en la capital este estaba lleno de piedras, se cree que era el marqués austriaco, así que no se pudo saber más de él.
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