El melancólico paisaje de Motzorongo fue en el año 1900 escenario de la historia de lucha protagonizada por un grupo de braceros traídos a México bajo engaños para luego ser abandonados a su suerte y olvidados por la historia de nuestro país. Cuentan los libros que las primeras huelgas del México independiente se dieron en el año de 1906 en Cananea, Sonora por trabajadores mineros; y en Río Blanco, Veracruz iniciada en 1907 por obreros de una fábrica de tejidos, siendo considerados estos movimientos como precursores de la revolución mexicana de 1910. Pero existe otra historia perdida en el naciente siglo XX digna de una mención en los libros de texto, que trata sobre la verdadera primera huelga en nuestro país y que vamos a relatar a continuación.
Antecedentes.
En Europa hacia el año de 1881, una región de Italia entraba en una profunda crisis debido a las inundaciones del río Adige y el Piave, lo que obligó a numerosas familias a buscar el camino de la emigración hacia América, la tierra prometida. Esto fue aprovechado por el Secretario de Fomento del entonces Presidente Manuel González, Don Carlos Pacheco, quien tenía un ambicioso plan de colonización y bajo el lema de “Sobran tierras y faltan brazos” invitó a los migrantes italianos a establecerse en México, incluso rechazó su puesto de Senador por Chihuahua en 1882 para continuar con su proyecto. Fue así como llegaron a Veracruz el Atlántico I el 19 de octubre de 1881, con 428 colonos; el Casus, 27 de enero 1882 con 180 personas; el Messico, 24 de febrero de 1882 con 1,513 colonos y el Atlántico II, el 25 de septiembre de 1882 con 605 colonos.
Mientras tanto en México, Carlos Pacheco ya establecido en Motzorongo había firmado en Septiembre de 1889 un documento llamado “Proyecto de la Colonia Agrícola e Industrial” que serviría para la introducción del llamado Ferrocarril Agrícola de Córdoba hasta Tuxtepec, sin embargo fue hasta 1895 que el primer tramo de vía llegó a la Hacienda de Motzorongo y ahí se quedó por algunos años. Se dice que el general Carlos Pacheco fue un hombre apasionado al juego de la baraja, lo que ocasionó que no concluyera la obra ferroviaria inmediatamente y que en alguna ocasión perdiera su Hacienda de Motzorongo con un general de apellido Beltrán.
La muerte del general Carlos Pacheco en 1891 frustró el proyecto que ya tenía adelantada el tendido de una vía del ferrocarril de 46 kilómetros y 190 metros, un ramal que iba de Córdoba a Motzorongo. Deja al morir una deuda de $400 mil, por lo que el acreedor les embarga la hacienda. El licenciado Demetrio Salazar, esposo de Virginia Pacheco (hija de Carlos Pacheco) y albacea de la familia resuelve el adeudo vendiendo la concesión del Ferrocarril Agrícola de Motzorongo en $300 mil y recibe un préstamo por otros $100 mil de la señora Luz Saviñón de Saviñón. Ahora que el ferrocarril pertenecía al Gobierno Federal, se pretendía ampliar las vías para integrarlas a la red ferroviaria con el ferrocarril de Tehuantepec. Con la llegada del nuevo siglo se instaló una estación de ferrocarril al sur de la Hacienda de Motzorongo a la que llamaron Tezonapa.
Era el día 27 de abril de 1900 cuando arribó al puerto de Veracruz el barco “Centro Mercantil” también conocido como “Centro América” con 525 trabajadores italianos traídos especialmente para seguir la obra del ferrocarril en Motzorongo, y es aquí donde comienza un capítulo perdido en la historia de México.
Braceros italianos en México y la primera huelga.
A diferencia de los demás italianos llegados a México años atrás, los rieleros italianos recién desembarcados no eran colonos, ni emigrantes, ellos se consideraban trabajadores temporales en un país extranjero. Estos braceros fueron contratados en Italia por el Conde Cini para trabajar con la constructora norteamericana Burnham, Parry, Williams & Co, a la que habían concesionado la construcción del tendido de vías para el ferrocarril, y en su larga travesía fueron vilmente engañados. En un principio habían sido contratados para trabajar en Francia, incluso sus pasaportes así lo indicaban. El segundo engaño se da en altamar camino a México cuando su sueldo fue reducido de 3.50 francos por día a solo 3.00, ¿qué podían hacer si ya venían a mitad del Atlántico? aun así, algunos todavía creían que México era una colonia francesa. A su llegada al puerto de Veracruz fueron trasladados de inmediato a Motzorongo, siendo amenazados que si no cumplían con su trabajo serían repatriados a expensas de sus patrones.
Fue así como los italianos llegaron a Motzorongo donde se descubrió de inmediato el tercer engaño: las condiciones de alojamiento. La primera noche tuvieron que dormir en el suelo, a la intemperie, expuestos a los animales ponzoñosos y al sereno de la noche, durante el día el intenso calor les pareció infernal. Tras vivir una semana en condiciones inhumanas finalmente estalló la primera huelga de México cuando más de 500 rieleros dejaron de trabajar con el objetivo de no cumplir su contrato y ser repatriados a Italia. Al principio de esta huelga optaron por permanecer frente a la Hacienda de Motzorongo porque sabían que ese lugar era frecuentado por el mismo presidente Porfirio Díaz y por gente poderosa con quienes querían hacerse escuchar. Pero casi 2 semanas después no había dinero y las provisiones empezaron a escasear, algunos comenzaron a vender sus pocas pertenencias para poder malcomer, otros no tardaron en volver a Córdoba, y sabiendo que pronto llegaría a Veracruz otro barco italiano hubo quienes regresaron al puerto… ¡caminando!
El 20 de Mayo llegan los otros 500 trabajadores italianos en una embarcación llamada San Gottardo, bajo las mismas condiciones laborales, pero la huelga ya había estallado. El primer grupo planeaba evitar que los recién llegados se enfilaran en el ferrocarril con rumbo a Motzorongo y al mismo tiempo buscaban ser repatriados en ese barco, pero conociendo la situación el gobierno mexicano interceptó al segundo grupo en Veracruz y evitó que se encontraran encerrándolos en una plaza de toros al sur de la ciudad, no obstante éstos no fueron castigados ni repatriados porque las autoridades mexicanas creían que sería más útil tenerlos trabajando. Por su parte el gobierno italiano, encabezado por el rey Humberto I, se negó a sufragar el costo de la repatriación y se limitó a decir que debían de trabajar. Así, un debilitado primer grupo de italianos permaneció en huelga en Motzorongo y el segundo grupo se plantó en el zócalo del puerto de Veracruz a manera de protesta en donde 4 de sus dirigentes fueron acusados de agitadores socialistas, encarcelados y finalmente deportados. Paradójicamente éstos últimos cuatro fueron los únicos que lograron el objetivo del grupo: Volver a Italia.
Y así termina la historia de este debilitado grupo de mil trabajadores italianos, que tras una huelga incomprendida fueron ignorados y abandonados a su suerte por el gobierno italiano y poco a poco absorbidos por la sociedad veracruzana, viviendo en un país extraño y con un régimen hostil de trabajo, desamparados, sin derechos y donde solo unos cuantos lograron ahorrar para su pasaje de regreso.
Sin duda una historia trágica que se había perdido. Los descendientes tampoco la sabían, pero habitan hoy en Huatusco, Peñuela, Córdoba, Orizaba, Veracruz, Xalapa y en muchas poblaciones por donde pasa el tren. Son mexicanos ciento por ciento y muchos de ellos hasta han olvidado la historia de sus antepasados, de todos ellos quizá los Lombardo son los más conocidos en el país. Pero allí están los Montessoro, Gaia, Montini, Casazza, Arzani, Maggi, Sacchi, Yorio, Bigurra, Cena, Cuesta, Gudini, Beccaria, Capellini, Nanni, Russi, Boccardi, Bayardini, Mariani, Alverdi, Alessandrini, Bonfil, Bandini, Brambila, Buganza, Bortolotti, Canella, Castelan, Croda, Chereti, Chiunti, Conzatti, Ceccatto, Demenegui, Debernardi, Faraoni, Filobello, Garelli, Gabanini, Lazarini, Lorenzini, Manica, Morosini, Osti, Parissi, Pitol, Petrilli, Ricchardi, Roman, Romagnoli, Ricci, Sampieri, Specia, Tres, Tassinari, Vicentin, Zanatta, Zilli, Zuccolotto, Bernardi, Demunner, Gasperín, De Gasperín, etc.
Referencias:
Zilli Manica, José Benigno. Braceros italianos para México: La historia olvidada de la huelga de 1900. Editorial UV, 1986. / Ibáñez Hernández, Pedro. Dulce guanábana. 1ra. edición. 1994. Rita Alafita de González: “Monografía de Oluta, Ver.”, versión mecanográfica, 1987, 22 pp. / Fotografía de portada tomada de The berkshire edge. / italianos.it / Repositorio Institucional Univerdad Veracruzana / Blog de turismo Veracruz / Alluvione del Polesine del 17 settembre 1882 / North Carolina Geospatial Data Archiving Project.
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